sábado, 8 de marzo de 2008

entre piropos y arrebatos


Mujeres, entre piropos y arrebatos
Dicen que las mujeres se encomiendan a la Santa Daysi (Tourneé) cuando salen a la calle. Es que la seguridad es tan insegura en estos días, que todos los varones somos sospechosos de piropos con premeditación y alevosía, con el agravamiento de arrebato, no de arrebatarnos incendiariamente en una frase amorosa sino en el de llevarnos la cartera de la dama.
Uno que anda todo el día en a calle, que a veces se aburre de tanto caminar, por ahí, sin darse cuenta se pone a caminar detrás de una mujer. Y estoy seguro que en los tiempos mozos le saldría con un: “No camines al sol que te vas a derretir, bombón”.“Si amarte fuera la muerte y el no verte fuera la vida, prefiero 1000 veces la muerte y no la vida sin verte”. Si ella suspiraba y sonreía martillado estaba el tercer piropo, a la carrera: “Si yo fuese un submarino me hundiría hasta lo más profundo de tu corazón”. Y para que no se nos cayera de la burbuja le decíamos al instante: “Si tu cuerpo fuera cárcel y tus brazos cadenas que lindo sitio para cumplir mi condena”. Luego venía: “Soy propietario pero no me importa la ley de alquileres. Oye amor, ¿sabias que eres un inquilina que no paga alquiler en mi corazón?
A esa altura la niña ya estaba convencida que, por lo menos, una vez más iba a ver a este aprendiz de Casanova. Pero la realidad de hoy es distinta, cuando uno camina detrás de una dama, y por más que mentalmente elogie sus cualidades femeninas, y que sin decirle nada al oído, por lo menos piense en: “Cinco calles he cruzado, seis con el callejón, sólo me falta una para llegar a tu corazón”, o “La naranja nació verde, el tiempo lo maduró, mi corazón nació libre, y el tuyo lo conquistó”. Ella nos ve acercarnos y lo primero que hace es aferrarse a su cartera, por las dudas que se la queramos arrebatar. Y esto pasa en el centro, en los barrios, caminar nos hace sospechoso de arrebato y muchas veces se pueden observar ojos duros, encendidos, que nos miran como diciendo, “ni se te ocurra intentarlos siquiera”, “soy muy amiga de la policía, ojo”.
Entonces uno trata de pasar lo más lejos posible de la susodicha y el único piropo que se le ocurre, que lo piensa, pero no se lo dice es “Tus ojos son dos luceros, que iluminan mi camino, hoy lo tienes cerrados, y me hago bolsa contra un pino”.
Estoy considerando seriamente la posibilidad de andar en ómnibus, comprar una bicicleta o un caballo con tal de no caminar más por las calles de Salto y ser sospechoso de arrebato, porque es tal la psicosis que hay que ahora hasta los hombres aprietan lo que llevan en las manos, tan es así la cosa que un vecino que compró carne en el barrio caminó tres cuadra apretando la pulpa que llegó con carne picada, la mujer desorientada le preguntó – Al final, ¿vos quería milanesa o hamburguesa?

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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